Archive for the ‘ovolactovegetariano’ Category

Cuando llevas un tiempo sin hacerlo

31 marzo, 2011

Volver a coger la bici tras el invierno es como estar con un tío nuevo, hay varias cosas a tener en cuenta:

– Empezarás con mucho ánimo y tendrás que volver a recordar los ritmos para no acabar agotada en el afán de llegar a meta cuanto antes.
– Ante la duda, recuerda que siempre es más divertido cuando estás encima y que los caminos conocidos son los mejores para no perderte; ya tendrás tiempo de experimentar más adelante.
– En las cuestas arriba acelera sólo al final o fijo que no llegas, y luego déjate caer en la bajada y disfruta de las vistas.
– Cuando llegues a casa, una buena ducha te quitará el sofoco y te dejará sólo el recuerdo lánguido en los musculos.
– Recuerda que al día siguiente te dolerá todo, aunque creas que no has usado algunos músculos… confia en mi, te dolerán. Pero es un dolor dulce que te recuerda el subidón de endorfinas; casi mola.
– El sillín está siempre más duro de lo que aparenta mientras montas, lo recordarás cada vez que te sientes.
– La gente dice que las agujetas se pasan mejor si tomas agua con azúcar, pero sin duda la mejor manera de evitarlas es volver a montar cuanto antes.

——————-

Torrijas

leche
canela; en rama
cáscara de naranja
pan; de ayer
huevo
aceite; para freir
azúcar
canela; en polvo
ralladura de limón
zumo de limón

Cocer la leche con azúcar, canela y corteza de naranja a fuego lento y dejar que
se enfrie lentamente, para que se infusionen.
Cortar pan de ayer en rebanadas gruesas y bañarlas en la leche tibia, dejándolo reposar hasta que se empapen bien, pero no tanto como para que se
rompan al trabajarlas.
Batir los huevos.
Pasar las torrijas por huevo.
Freir en una sartén con abundante aceite a fuego medio.
Dorar.
Colocarlas sobre papel absorbente.
Hacer un caramelo perfumado con limón (azúcar + ralladura de limón + zumo de
limón) para acompañarlas, o rebozarlas en una mezcla de azúcar y canela en polvo.
——————-
Se puede hacer gran cantidad y conservarlas sumergidas en un almíbar a base de
agua, azúcar y miel y guardándolo en la nevera ir sacándolas de este almíbar
cuando se vayan a consumir.

“Bodas de plata”

9 marzo, 2011

Tal día como hoy, hace 25 años:
Ali, Musi y yo fuimos las únicas de nuestro curso que decidimos no ir a que los embadurnaran la frente de ceniza y nos quedamos en el patio del colegio despotricando de la iglesia.
De ahí surgió la amistad más duradera y una de las más profundas de mi vida.

Han pasado un montón de cosas, incontables novios y amigos, decenas de borracheras y resacas, muchas tortitas con nata en la cafetería de Saul, un puñado de ciudades y casas nuevas, de viajes para poder vernos, incluso llegan las futuras generaciones… Y sin embargo parece que fue ayer; porque hay cosas que no cambian, sólo mejoran.

Que las quiero más y mejor; y no digo más, que me pongo tierna…

——————-

Crêpes suzette
Raciones: aprox 15 crêpes, 5 raciones

Para las obleas:
2 huevos
100 gramos harina
150 mililitros leche
aceite de oliva

crema pastelera (1/4 de la RECETA)

Para la salsa:
mantequilla
zumo de naranja
Cointreau o vino dulce

Preparar la crema pastelera* según ESTA receta. Y dejarla enfriar.

Preparar las obleas:
Mezclar los huevos batidos, la leche y la harina hasta que quede homogéneo.
Calentar una sartén al fuego y aceitarla con una gota de aceite.
Echar la cantidad suficiente para que cubra el fondo de la sartén en una capa fina.
Cuando esté cuajado, dar la vuelta y dorar por el otro lado.
Sacar, reservar y repetir el proceso hasta que se acabe la masa.

Cuando las obleas estén tibias, untarlas de crema pastelera y doblarlas en cuatro formando un triangulo.
Reservar.

Justo antes de servirlas preparar la salsa:
Disolver la mantequilla suficiente para cubrir el fondo de una sartén (a fuego suave).
Añadir las crêpes rellenas con cuidado para que no se rompan y dorar ligeramente por ambas caras.
Añadir un chorro generoso de cointreau o vino dulce y flambear.
Añadir el zumo de naranja (una naranja exprimida por cada 3 crêpes, mas o menos) y reducir.

Servir inmediatamente.

En la receta clásica se le añade azúcar a todos los procesos (tanto a las obleas como a la salsa), pero para mi es excesivo, para mi paladar ya están suficientemente dulces sólo con el dulzor que da la crema pastelera.

Si el amor es la respuesta…

14 febrero, 2011


Amar es no tener que decir nunca «lo siento».
Contigo pan y cebolla.
Ama y haz lo que quieras.
Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.
Si Amas algo déjalo libre, si regresa es porque es tuyo, si no, nunca lo fue.
Quien bien te quiere te hará llorar.
Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor.
.
.
.
Y cientos de clichés más, la red está llena de palabras de amor prestadas.

Pero yo insisto en la frase que más me gusta; Si el amor es la respuesta… ¿puedes repetir la pregunta? (y supongo que la pregunta viene a ser algo así como… ¿qué narices se celebra hoy, con tanto corazoncito en forma de culo estilizado, tanto rojo y dorado, tantos ramos de flores, tanta sobredosis de azúcar?)

———————-

Basmati con curry de cebollas.
Raciones: 4

Arroz basmati: 1 vaso
Agua: un vaso y medio
Una cebolla
Un vaso de nata líquida ligera o leche de coco
Aceite
sal
Una cucharadita de curry picante.

Limpiar y cortar la cebolla en juliana.
Ponerla a pochar a fuego medio-bajo, tapada, en una sartén honda con un poco de aceite. Salar ligeramente y remover de vez en cuando para evitar que se dore hasta que quede blanda y casi cocida.
Añadir el curry, mezclandolo bien con la cebolla y añadir la nata o leche de coco. Reducir a fuego suave mientras preparamos el arroz.
Lavar el basmati con agua fresca y la ayuda de un colador hasta que el agua salga limpia. Dejar escurrir.
Mientras el arroz escurre, poner al fuego una olla pequeña con un chorrito de aceite.
Añadir el arroz cuando el aceite esté caliente y darle unas vueltas para encamisarlo y que no suelte el resto del almidón mientras se cocina.
Añadir el vaso y medio de agua y un poco de sal, llevarlo a ebullición y dejarlo cocer a fuego suave, tapado y sin moverlo durante unos 12- 15 minutos, hasta que el agua se haya evaporado por completo.
Apagar el fuego del arroz y dejarlo reposar, tapado, un par de minutos más.
Apagar también en fuego del curry de cebollas y emplatar.

Se puede acompañar con nan, o con papads (unas tortas finas y crujientes de harina de lentejas, que se encuentran facilmente en los supermercados arabes o hindús)

La pereza

4 enero, 2011

Me levanto pronto, asombrosamente pronto; en cuanto sale el sol me despierto (lo que en verano significa levantarse a horas indecentes) y me levanto como movida por un resorte, con mucha energía, aunque a esas horas mato por un café o un té.

Sí, sin duda las mañanas son mi parte preferida del día, y las mañanas del fin de semana, soleadas, frescas, de otoño o primavera, son las mejores: Cambio un café (bien hecho, que a mi me sale fatal) por una tostada de coca, con mantequilla y mermelada.

… Volver con el desayuno a la cama, repasar el correo o leer un ratito mientras desayunamos, alargar la pereza un poco más (saboreándola como un regalo raro), que luego ya no hay quien nos tumbe en todo el día, siempre de acá para allá, con mil cosas entre manos.

———-

Coca de patata
480 gramos harina fuerte
225 gramos patata; cocida
150 gramos azúcar
75 gramos mantequilla
3 huevos
30 gramos levadura; fresca
agua tibia

Cocer, escurrir y machacar la patata con un tenedor o pasandola por el pasapurés.
Mezclar el puré con la harina, el azúcar y la mantequilla, amasando con los dedos hasta conseguir una mezcla de tacto arenoso.
Añadir los huevos y la levadura disuelta en un poco de agua tibia.
Mezclar de nuevo hasta que quede una masa un poco pegajosa.
Taparla con un paño limpio y dejar que suba durante una hora, colocandola en un lugar cálido (25-30º).
Se vuelve a amasar en el mismo recipiente y dejar reposar, igual que antes, una hora para que suba de nuevo.
Sacar la masa a una mesa enharinada y amasar de nuevo, enharinando la mesa y las manos cuanto sea necesario para que la masa no se pegue; amasamos energicamente y con movimientos envolventes, añadiendo un poco de harina, si es necesario, hasta que la masa no se pegue a los dedos.
Dividir la masa en seis bolas iguales y darles forma de bollo redondo.
Poner las bolas en una placa de horno espolvoreada con harina dejando espacio entre ellas, pues doblarán su volumen en la tercera fermentación.
Otra hora después, meter la placa al horno precalentado.
Hornear durante 30 minutos a 160º hasta que se dore.

Servirlas cortadas en rebanadas tal cual o espolvoreadas con canela o tostadas con mantequilla y mermelada. Se conserva muy bien durante, al menos, una semana, fuera de la nevera y tapada con un paño.

Si dividimos cada una de estas seis bolas en 16-20 bolitas de masa (antes de la última fermentación), las dejamos fermentar (tapadas y al calor) y luego las horneamos durante unos 15 minutos, obtendremos unos esponjosos bocaditos que luego se pueden rellenar de crema pastelera o nata.

Sopasana, mi preferida!!!

1 diciembre, 2010

Hace ya muchos años que fui a Canadá, y como viajé allí para convertirme en profesora de yoga Sivananda, mis recuerdos de ese país están plagados de historias hindús: el Mahábharata eterno escuchado en postura de loto (cambiando el cruce cada hora más o menos, para que no se gangrenaran las piernas…), las ardillas que se comían las ofrendas a Ganesha durante la meditación, las āsanas inverosímiles por fin conseguidas y mantenidas, esas lluvias interminables que hacían que las ranas salieran de su estanque y se colaran en las tiendas de campaña (irremisiblemente inundadas), todas esas horas y horas de hatha yoga, karma yoga, prāṇāyāma, bhakti yoga… 30 días, 24 horas al día practicando…

El verano canadiense es corto e intenso y fresco; yo, que soy más bien friolera y me despierto en cuanto sale el sol (maldito sol del julio canadiense que sale a las cuatro y pico de la mañana) a mediodía estaba ya que no me tenía en pie, muerta de sueño y cuajada de frío. Lo que me salvaba era la hora de la comida; mi karma yoga era servir la comida a mis compañeros y eso mitigaba mi sensación de frío… yo era la chica de la sopa. Benditas ollas enormes llenas de sopas, cremas y purés calientes, me daban la vida.

Vale que también elegía ese puesto porque “sopa” era lo único que sabía decir en 4 idiomas. Recuerdo las caras de alguno de los guiris cuando me preguntaban por los ingredientes (en alemán o ingles, las dos lenguas en las que sólo conozco lo suficiente para poder decirles que no hablo su idioma), yo sonreía y decía muy convencida “vegetable soup”… Muy bien chavala, te has cubierto de gloria, ¡como si no fuéramos a pasar un mes en régimen vegetariano estricto!

————-

Sopa de cebolla
Raciones: 4

2 cebolla; en juliana, mediana
aceite o mantequilla
750 mililitros agua o caldo blanco
4 rebanadas pan tostado
100 gramos queso
sal
azafrán
pimienta negra; molida

Cortar la cebolla en juliana, pocharla en mantequilla o aceite.
Escurrir el exceso de grasa.
Añadir el caldo de ternera, ave, vegetal o agua y hervir durante 20 minutos a fuego medio.
Añadir la sal y las especias.
Servir en cazuela de barro terminandola, al momento de servirla, con unas rebanadas de pan tostado con queso rallado emental (o gruyere, parmesano, curado de oveja, rulo de cabra…) y gratinándolo.

¿Quién no?

21 noviembre, 2010

¿Quién no ha utilizado alguna vez una taza como cenicero, un lápiz de labios para escribir en un espejo, una revista para calzar la mesa?

¿Quién de nosotros no ha usado nunca un billete de metro para hacer un filtro, un libro para guardar hojas o flores, una cita inexistente para escapar de una visita inesperada?

¿Quién no se ha equivocado alguna vez cogiéndole la mano a un desconocido entre la multitud, revelando un secreto que nos contaron como si no lo fuera, «blasfemando» delante de un creyente?

¿Quién, decidme, no ha sacado alguna vez las cosas de su contexto habitual y ha descubierto maravillas?

———————

Bizcochitos de patata
Raciones: 30

480 gramos patatas; peladas y cocidas
300 gramos azúcar
3 huevos
azúcar vainillada
harina
papel de arroz o de patata

Pelar y cocer las patatas.
Escurrirlas y hacerlas puré con un tenedor o con el pasapurés.
Añadir el azúcar y el azúcar vainillada y mezclar bien.
Separar las claras de la yema.
Cuando la mezcla esté templada, añadir las yemas y mezclar bien de manera que quede una masa suave.
Batir las claras a punto de nieve y añadirlas a la mezcla anterior, mezclando sin batir para que las claras no bajen. El resultado es una masa ligera, tipo mousse.
Espolvorear una placa de horno con harina (o usar una lámina antiadherente en el fondo de la placa), cortar el papel de patata o arroz al tamaño deseado y colocar los trozos en el fondo de la placa.
Precalentar el horno a 180 º.
Con una cuchara o a manga, repartir la mezcla sobre cada papel comestible dándole la forma deseada, quedarán galletas si ponemos una porción redondeada o bizcochos si las hacemos alargadas.
Hornear durante 20-25 min, hasta que empiecen a dorarse por los bordes.
Sacar del horno, dejar enfriar un par de minutos y sacarlos a una rejilla para que acaben de enfriar.
Cuando estén completamente fríos recortar el papel sobrante de la base y servir.

Podemos decorarlos con mermelada mientras aún estén calientes.
——
He modificado la receta, en cuanto a tiempo y temperatura de horno, pues al usar un horno más potente de lo habitual (y mejor, todo hay que decirlo) quedaban demasiado tostados. El punto ideal es cuando los bordes de los bizcochos se doran ligeramente; de esta manera nos quedan unos bizcochitos húmedos, tipo soletilla.

Ana

13 noviembre, 2010

Ana es bajita para su edad, es regordeta y lleva gafas. Tiene aficiones raras, como pintar al oleo o jugar con muñecas recortables (para las que dibuja y recorta todo tipo de vestidos). Es una niña muy inquieta que sale a la calle a jugar todas las tardes hasta que se encienden las farolas (momento en el que se oye el grito de su madre que la llama a casa desde la ventana- Aaaanaaa, sube yaaaa- que se confunde entre los de las otras madres en las otras ventanas) y tiene perpetuamente las rodillas rojas de rasponazos curados con mercromina y un beso, porque además le gusta subirse a los árboles a recoger fruta y hacer el cabra en los columpios. Cree firmemente que es su propio aliento el que hace que haya viento y, en los días que corre el aire, sopla fuerte para que su soplido de la vuelta al mundo mientras se hace cada vez más grande y lo recibe multiplicado (satisfecha por la misión cumplida) en plena cara.

Y también lee, lee en cuanto tiene un minuto de tranquilidad y se ha apropiado de varios nidos de lectura. Como tiene una habitación para ella sola, se ha fabricado un rinconcito en su armario, le ha puesto una lámpara en la pared y lo ha tapizado con grandes cojines. Cuando se despierta los sábados por la mañana (a la hora de ir al cole, pues ya tiene la costumbre) sale de la cama llevándose la manta y un libro y se mete en el armario; cierra la puerta, da la luz, abre el libro y enciende su imaginación. En invierno le da la vuelta al sillón del salón, se pone de cara a la pared con los pies sobre el radiador y, envuelta en una manta, abre su libro. En verano se acurruca la hamaca de la terraza a la hora de la siesta (el único momento del día en que puede ocuparla sin tener que pelear por ese privilegio- ser la pequeña es lo que tiene-) y, en vez de dormir, lee. Tiene siempre abierto un libro delante de su plato durante las comidas y los viajes en tren no son viajes si no ha pasado por la librería de la estación antes de salir.

Aún no tiene amigos de verdad, pero años después utilizará todas esas historias (las que le pasan de verdad y las que le pasan en los libros) para hacer dormir a sus amigas adolescentes en las noches de “quedarse a dormir” y luego, aún muchos años mas tarde, a los hijos de estas.

—————————-

Tarta de manzana y pera
Raciones: 8

2 peras
1 manzana
250 gramos harina
75 gramos margarina
2 cucharaditas levadura; en polvo
0.5 vaso azúcar
2 huevos
2 cucharadas soperas canela
1 vasito coñac
zumo de 1 limón

Pelar y quitar el corazón de peras y manzanas.
Cortarlas en láminas delgadas.
En un cuenco mezclar el zumo de limón, el coñac y una cucharada de canela en polvo con la suficiente cantidad de agua como para que toda la fruta quede sumergida.
Dejar macerando mientras se hace la masa.
Mezclar la harina, una cucharada de canela, la levadura en polvo y el azúcar.
Añadir la margarina y mezclar con la punta de los dedos, hasta que la harina tenga un aspecto arenoso.
En el centro, quebrar los huevos y, sin amasar, hacer una pasta más bien blanda.
Estirarla con los dedos en un molde de tarta engrasado y enharinado (o de silicona), hasta cubrir toda la superficie inferior y los bordes con una lámina fina y homogenea (enharinandonos las manos evitaremos que la masa se nos pegue a los dedos).
Disponer sobre la masa las laminas de manzana y pera haciendo dibujos.
Precalentar el horno a 180º y hornear durante 30 minutos.
Dejar enfriar, desmoldar y servir.

Se puede hacer un almibar a punto de hebra con un poco de la mezcla en la que hemos sumergido la fruta y azúcar y pintar con él el pastel mientras aún está tibio, para emborrachar la tarta y darle brillo.

El Rubio

9 noviembre, 2010

Escribir sobre el rubio no es tarea fácil porque, aunque le conozco hace casi quince años, sigue siendo para mi un enigma.

Es como ir por el campo, en otoño con las manos desnudas, encontrarte con una castaña envuelta en su abrigo de pinchos y querer comértela. Nueve de cada diez veces acabas pinchándote los dedos con las púas. Sólo si tienes mucha paciencia y esperas lo suficiente la cáscara defensiva se seca y se cae por si sola; aún tienes que lidiar con otras dos capas y, sólo tras mucho trabajo, consigues acceder al interior. Pero aún entonces te das cuenta de que no están ricas de verdad a menos que las cocines.

Mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucha paciencia. Pero, a menos que te descuides y en el momento de cocinarlas se te acaben quemando, el resultado es exquisito, aunque hay que tomarlo en pequeñas dosis…

——————-

Crema aterciopelada de castañas
Raciones:2

200 gr castañas, peladas
100 gr patata
0.5 l caldo de verduras
brotes de hinojo, en conserva
Sal
un chorro de nata

Pelar 300 gr de castañas, para que se queden en 200 gr.
Para ello hacemos un corte en cada fruto y las hervimos unos 10 minutos en abundante agua con sal, las escurrimos y pelamos con la ayuda de un cuchillo y bastante paciencia.
Colocar las castañas en una olla pequeña con la patata cortada en lascas, el hinojo y el caldo de verduras.
Cocer a fuego moderado durante, al menos una hora y media, si es necesario podemos añadir un poco más de caldo o agua.
Batir bien el resultado y continuar la cocción.
Añadir un chorro generoso de nata líquida, dar un hervor, poner a punto de sal y servir.

Es una crema muy contundente, así que recomiendo servirla muy caliente pero en cuencos pequeños, adornándola con un poco de hinojo picado o una castaña pequeña y entera rescatada a media cocción.

Revival

30 octubre, 2010

Reglas no escritas para tener 18 años y ser mala:

– Afeitarme media cabeza, teñir el resto de mi pelo de negro y cardarmelo como un Robert Smith con parkinson, vestir de negro (sin olvidar las plataformas de varios centímetros), adoptar un aire triste y atormentado y, por supuesto, celebrar la noche de difuntos (entonces aún no había calabazas decoradas ni cosas de esas de jaloguin).

– Aprender a disfrutar de Poe y Kafka, escribir pequeños poemas horrorosos cada vez que me enamoraba, comprender el miedo de Munch y Van Gogh, escuchar Love and Rockets, los Smith y, claro, The Cure (aún sin saber ni papa de inglés, cantando fonéticamente).

– Beber guisqui a palo seco y huir del sol.

– Elegir pareja con la premisa de que sin sufrimiento no hay amor, romper y romperme el corazón al menos una vez por semana. Enamorarme de la belleza, sin más.

– Destacar por mi aspecto entre la multitud al mismo tiempo que afirmaba, aparentando convicción, que quería pasar desapercibida. Pasarme las convenciones sociales por el forro mientras luchaba con el sentimiento de culpa que tenía aún fresco, dada mi educación (relativamente) convencional.

Entonces era algo natural; veinte años después parece demasiado esfuerzo… Hoy en día ya no tengo que aparentar, soy más mala que un dolor sin proponermelo.

—————-

Tortitas de calabaza
Raciones: 4

200 gramos calabaza
1 huevo
150 gramos harina
200 mililitros leche
30 gramos azúcar
1 cucharadita levadura
aceite
sirope

Pelar, quitar las pepitas y cortar la calabaza.
Ponerla en crudo en el vaso de la batidora y batirlo junto a la leche, el azúcar y el huevo hasta que quede un batido muy fino.
Mezclar la harina y la levadura y añadirlas a la mezcla anterior mientras seguimos batiendo hasta que quede una masa líquida similar a las crepes.
Poner a fuego fuerte una sartén pequeña antiadherente, añadiendo unas gotas de aceite, lo suficiente para que podamos manipular las tortitas sin que se peguen.
Cuando esté bien caliente echamos un cacito de mezcla y lo extendemos para que ocupe todo el fondo de la sartén creando una torta fina.
Cuando esté cuajado le damos la vuelta al aire o con la ayuda de una paleta y añadimos un par de gotas más de aceite para que no se peguen.
Dorar y sacar del fuego.
Repetir la operación mientras quede masa y apilar las crepes todas en una misma fuente para que se mantengan calientes mientras cocinamos.

Servimos tres en cada ración, mientras aún están calientes, decoradas con un hilo generoso de sirope de arce.

Incontrolable

20 octubre, 2010

Los miedos y las fobias tienen mucho de irracional.

Mi primer suegro le tenía miedo a las aves. Era ver de cerca cualquier bicho con plumas y se le ponía mal cuerpo. Y conozco a tios, grandes como castillos, que huyen dando grititos de lo más femenino si se cruzan con una araña; no hace falta que sea una araña de esas grandes y peludas, una arañita del tamaño de la uña del meñique les produce el mismo efecto o peor (se la imaginan colándose por dentro de la ropa, corriéndoles por la piel, y se ponen verdes).

En mi caso son las multitudes. No solo las multitudes de personas, que también pero menos, si no sobre todo cuando hay un montón de bichos pequeños o grandes todos juntos; manadas, colmenas, hormigueros, bandadas migratorias…. arggg. Supongo que es por eso que nunca me he animado a bucear; sólo de pensar que este sumergida, con toneladas de agua por encima, y que me vaya a encontrar rodeada por un banco de peces (rozándome… brrrr) que me tapen la luz que aún pueda llegar, hace que me falte el aire…

Supongo que entre otras cosas por eso tampoco me gusta la miel, ¿Tú sabes la cantidad de animalillos voladores (con el negro-amarillo -señal natural de bicho peligroso- por divisa) hacen falta para hacerla?. Uy, quita, quita; a mi dame sirope de arce o almíbar si quieres, pero no hagas que me imagine un panal, que se me quita el apetito.

Lo curioso de las fobias es que son de lo más variadas y todo el mundo tiene alguna ¿cúal es la tuya?

——————–

Berenjenas con sirope
Raciones: 4

2 berenjena
12 gramos levadura panadera
150 mililitros agua
125 gramos harina
1 huevo
sirope de arce o miel
sal
aceite

Preparar la masa Orly, mezclando sin batir la levadura disuelta en el agua con la harina, el huevo batido y la sal.
Dejar reposar al menos durante una hora a temperatura ambiente.
Mientras cortar la berenjena en medallones de medio a un cm de ancho.
Salar y dejarlas sobre un colador para que suelten el amargor hasta que la masa Orly esté lista.
Lavarlas y secarlas bien, cortarlas al gusto y salarlas ligeramente.
En una sartén con abundante aceite bien caliente, ir friendo las berenjenas tras sumergirlas en masa Oly.
Dorarlas y colocarlas sobre papel absorbente.
Hacer una cama en la fuente de servir con un par de cucharadas de sirope o miel.
Colocar las berenjenas y añadir un poco de miel o sirope por encima.
Servir calientes.