Mi amigo imaginario @quenoceda, aprovechando que la @ObraSocialMad celebra el día de reyes con una okupación más que simbólica quiere dedicar su poema (fusilado de la “Canción del pirata”) a todas esas personas que, pública y notoriamente o de manera callada pero efectiva, han dejado lo de llorar para cuando pican cebolla y, armados de ganzúas, colegas de apoyo y planificación, desafían al sistema.
Y ganan, porque cada okupación, independientemente de su duración o resultado, ya es una victoria frente a piratas malvados de traje y corbata.
LA CANCIÓN DEL OKUPA
QUENOCEDA
Con cien ganzúas por bankia,
a tomar viento el sistema,
con tensor y sin palanca,
no hay puerta que no nos tema;
gente sin casa nos llama
para abrir alguna puerta
que esa casa está ya muerta
y cerrada, ¡nos reclama!.
La luna nueva, aliada
de aquestas vicisitudes
matizará, no lo dudes,
el ruidito de los pines;
y ven, colegas okupas,
paseando por el barrio,
que es tranquilo el escenario;
puedo usar sacabonbines.
– Rastrilla más, compañero,
sin temor
que no hay enemigo fiero,
ni vecino o securata
que nos vaya a dar la lata,
ni nos afloje el tensor.
Veinte casas
hemos hecho
a despecho
de Botín
y han rendido
esos mamones
cien daciones
porque sí.
Que es mi casa mi tesoro,
volver me da libertad.
Mi ley: ganzúa y esfuerzo.
Mi derecho: ¡el okupar!
Vienen ya, como es normal,
los maderos,
con su manejo brutal
amedrentando a los míos
con absurdos desvaríos
de su ley de dos raseros
Y no hay puerta
sea cualquiera
ni ventana
con cristal
que no sienta
simpatía
y no se deje
forzar.
Que es mi casa mi tesoro,
volver me da libertad.
Mi ley: ganzúa y esfuerzo
Mi obligación: ¡okupar!
A la voz de ¡Poli viene!
es de ver
como huyo y el obtiene
una paseante fingida;
ni apropiación indebida,
ni multa a la que temer.
Tras la entrada
yo divido
lo okupado
por igual;
solo quiero,
por derecho,
otro techo
que okupar.
Que es mi casa mi tesoro,
volver me da libertad.
Mi ley: ganzúa y esfuerzo.
Mi derecho: ¡el okupar!
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
en la casa me hago fuerte
y al mismo que hoy especula
matará un día la gula
en una celda, confío.
Si me pillan
¿que me importa?
me conforta
retomar
para todos
los derechos
que nos quieren expropiar.
Que es mi casa mi tesoro,
volver me da libertad.
Mi ley: ganzúa y esfuerzo.
Mi vocación: ¡okupar!
No hay música mejor
que los lemas,
el estrépito y clamor
de vecinos cabreados,
¡ni por los polis cercados
se sienten antisistemas!.
Y del grito
al descontento
del ¡Disiento!
al actuar,
hoy okupo
relajado,
apoyado
y sin forzar.
Que es mi casa mi tesoro,
volver me da libertad.
Mi ley: ganzúa y esfuerzo
Mi alegría: ¡el okupar!
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Tortilla picante de cebolla
4 raciones
4 cebollas medianas
6 huevos
1 cucharada sopera de jengibre fresco picado
2 dientes de ajo
1 cucharada sopera de pimienta rosa
sal
aceite
Cortar las cebollas en juliana fina.
Picar en brunoise los ajos y el jengibre pelados y limpios.
En una sartén con un chorrito de aceite, pocharlo todo a fuego muy lento removiendo de vez en cuando durante, más o menos media hora. La cebolla ha de quedar completamente caída, muy blandita, y la casa impregnada del particular olor de la cebolla, el ajo y el jengibre.
Sacar el relleno y dejarlo en un colador escurriendo el posible exceso de aceite mientras continuamos,
Batir los huevos para tortilla.
Machacar en un mortero la pimienta con la sal (si usáis otra pimienta más picante controlar las cantidades a gusto)
Añadir el relleno escurrido al huevo y salpimentar mezclando bien.
Cuajar el resultado en una sartén antiadherente con una pizca de aceite.
Servir acompañado de una buena ensalada verde aliñada solo con aceite y sal, para que nada enmascare los particulares aromas del jengibre y la pimienta, los cuales convierten esta tortilla en algo muy diferente de la típica tortilla española, más dulce y picante y con una textura diferente
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